ALGUNAS DE LAS ORACIONES DE LA SEÑORA ELIZABETH KINDELMANN EN EL DIARIO ESPIRITUAL DE LLAMA DE AMOR.
(Isabel pertenecia a la Orden Seglar de N.S. del Carmen)
MIS DOS “YO”
¡Oh, mi Señor y mi Dios! Tú sabes que sin Ti no soy nada. El alma está dispuesta pero el cuerpo, lo sabes, mi Señor, es débil. Tu conoces mis dos “yo” que aquí abajo en la tierra como dos eternos e inseparables enemigos existen en mí.
VEN, MADRE MIA
¡Dios te salve María, mi dulce Madre! Te ruego humildemente, guárdame bajo tu especial protección, ¡encomiéndame a tu Hijo Santísimo! Soy tu hijita infiel carmelita, Madre mía, empleo las mismas palabras con las que Tú te has dirigido a mí. Sé que no soy digna de ser llamada así. Aunque viviera siglos, no podría ni de lejos merecerlo. ¡Ven, Madre mía, condúceme ya a tu Santísimo Hijo!”
ARDA YA TU LLAMA DE AMOR
“Madre mía del Cielo, tengo tanto deseo de que arda ya tu Llama de Amor, que siento grandísima tristeza y aflicción de que esto se vaya retrasando. ¡Allana, Madre mía, el camino de aquellos que son llamados a promover tu Causa.
-Madre mía del Cielo, ahora también por eso estoy velando con todas mis fuerzas y con todo el anhelo de mi corazón. Pero, ¡yo nada soy! ¿Qué puedo hacer yo?
Pág. 76 1o. de agosto de 1962
¡Dame fuerza, mí adorado Jesús!
Ves, mi adorado Jesús, ¡cómo soy!
Y al decir esto con voz suplicante, la Santísima Virgen con su manto (Escapulario) cubrió mis tristes harapos.
ANDANDO A TIENTAS
¡Oh, mi dulce Salvador! nadie sabe mejor que Tú cuánto he andado a tientas hasta llegar –por tu gracia- a Ti. Señor mío, ahora que has quitado la corteza externa de mi alma, siento que la abundancia de tu gracia me inunda.
A GOLPE DE CINCEL
¡Oh, Jesús Mío!, ve quitando las grandes faltas de mi alma a golpe de cincel, no me importa que me duela, para que el día que tenga que presentarme delante de Ti en la hora de mi muerte, puedas reconocer en mí la obra de Tus Santas manos.
¡ANDA, HABLA A MIS HIJOS!
-Madre mía, ¿qué puedo yo hacer?
¡Habla Tú, Madre Mía, a favor mío! Yo soy tan miserable, no soy nadie, a mi no me prestan atención y eso que ya he entregado tus palabras. Y ahora, ¿qué puedo hacer yo? Madre mía, otra vez te pido, seas Tú quien hable.
Tu Santísimo Hijo, prometió que serías Tú quien me acredite. Te ruego, Madre Santísima, acredítame a fin de que hagan caso a tus insistentes súplicas. Y también, Madre Mía, estoy consumiéndome y sufriendo porque tu petición no ha tenido acogida hasta hoy en aquél a quién me enviaste.
17 de mayo de 1962.
¡CUIDATE DEL MALINGO!
-¿Cómo, mi amable Jesús? Yo en el momento mismo de despertar, con el primer pensamiento de mi corazón, dejándome de lado y despreciándome, me ofrezco a Ti, no sea que el demonio encuentre un sitio en mi alma al despertarme: ¡Recíbeme, mi Señor y mi Buen Dios!
Pág. 59
NO SOY DIGNA
- Señor, no soy digna de lo que haces conmigo. Pero procuraré con todas mis fuerzas de alguna manera agradecer Tu bondad.
“Con sed insaciable tengo deseos de Ti”.
EL DOLOR DE MI CORAZON
-Jesús mío, quiero arrepentirme de mis pecados como hasta ahora nadie se arrepintió. Todos los latidos de mi corazón son pocos. En cuantos granitos de polvo hay en el mundo, en cada uno de ellos pongo el dolor de mi corazón para que el viento los lleve hasta Ti en reparación de mis innumerables pecados.
--------------------------------------------
¡Dame fuerza, mí adorado Jesús!
Ves, mi adorado Jesús, ¡cómo soy!
Y al decir esto con voz suplicante, la Santísima Virgen con su manto (Escapulario) cubrió mis tristes harapos.